El efecto de la Rumiación Cognitiva
Efecto de la Rumiación cognitiva.
Es innegable que todos nosotros estamos en un medio en donde nos comunicamos con quienes nos rodean. El lenguaje se ha caracterizado por ser la herramienta principal con la cual contamos los seres humanos; y la que nos diferencia de los animales. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que los pensamientos son también considerados lenguaje; pero un lenguaje que tenemos con nosotros mismo, es por eso, que te invito a que nos pongamos en contacto con ese lenguaje ¡yo con yo!
Cuando hablamos con nuestros conocidos, conversamos de lo que compartimos, de aquello que le sucedió a uno de ellos, de lo que hemos vivido nosotros; damos consejos, regañamos y en muchos casos, elogiamos, pero cuando toca hablarnos a nosotros mismos.
¿Nos hemos detenido a analizar cómo son esas conversaciones?
En muchos casos nuestro lenguaje yo con yo, se centra en reflexionar acerca de las preocupaciones que tenemos día a día, auto-reflexiones que la mayoría de las veces; nos llevan a enfrascarnos en una misma escena o situación, reviviendo una y otra vez lo que nos genera ansiedad; haciéndonos preguntas, culpabilizándonos por aquello que hicimos o que nos faltó hacer…que no lleva a otra cosa, que reforzar nuestro enojo, angustia o tristeza.
Este rebobinar lleva a que hagamos o vivamos algo repetidas veces, ¿recuerdas algún momento en el que hayas, por ejemplo, ensayado varios discursos de una conversación que no terminara como hubieras querido?… con tu jefe, pareja, hijos ¿estás ahorita en esa situación?
Si la respuesta es sí, entonces te puedo decir que esto se conoce como Efecto de la rumiación Cognitiva!
Te encuentras rumiando cognitivamente tus preocupaciones y esto te puede ocurrir en cualquier momento, manteniéndote en una conversación contigo; cuando haces mercado, cuando estás en el trabajo, cuando te estás bañando, y antes de un abrir y cerrar de ojos, tu estado anímico ya está por el suelo, y tus emociones se sienten al máximo nivel, afectando tu desempeño; y en muchos casos, tu relación contigo mismo y por ende con tu entorno!
Los ciclos rumiativos se convierten en un peligro para nuestra salud física y psicológica, al incrementar la ansiedad que llegamos a sentir con las situaciones que nos toca vivir.
Igualmente, aumentan la probabilidad de caer en una depresión o de mantener por largo tiempo un episodio depresivo. La rumiación cognitiva también se ha asociado al desarrollo de conductas de riesgo; por ejemplo, el abuso de alcohol y de otras sustancias; al surgimiento de enfermedades debido al aumento de la respuesta al estrés; la aparición de una serie de trastornos, por ejemplo de alimentación y de sueño, entre otros.
Todas estas consecuencias se generan; dado que se emplea una cantidad desproporcionada de tiempo en rememorar las situaciones problemáticas y dolorosas; que lleva a que nos refugiemos en conductas no saludables para manejar la ansiedad que provocan nuestras auto-reflexiones, las cuales están cargadas de un lenguaje yo con yo sumamente negativo, que lo que hace es que nos convirtamos en nuestro propio verdugo… en esa piedrita en nuestro propio zapato; que impide que veamos algo positivo en nosotros mismos, o en nuestra propia vida!
Ante esta situación, te invito a que te pongas en contacto contigo mismo; trata de identificar si actualmente estás atrapado por ti mismo en un ciclo rumiativo; así como también aquello que te preocupa y que te tiene rumiando. Trata de ocupar tu mente en algo diferente; inicia una rutina de ejercicio físico, busca una película para ver en la TV imagínate que tu problema, es un problema de un tercero, de ese amigo que considera que tú eres su mejor consejero, ¿qué le dirías? . Detente de alguna manera; usa auto-afirmaciones positivas que te obliguen a concentrarte en otro aspecto tuyo, o en una situación en la que hayas “triunfado”… ¿te has dicho alguna vez algo positivo cuando hablas contigo mismo?
Rompe esos ciclos viciosos que incluso están en tu mente; evita ser víctima de ellos, que con el tiempo verás como ya no vas a tener la necesidad de rumiar.
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