El cine transformó a los psicópatas en iconos del terror moderno. Las producciones como; “Psicosis”, “Silencio de los Inocentes” y “Seven” ayudaron a imprimir en el imaginario popular la figura del maníaco frío y cruel, capaz de cometer crímenes atroces sin al menos parpadear.
Sin embargo, la psicopatía es sólo uno entre varios trastornos mentales que la medicina conoce. Muchas personas desarrollan trastornos de personalidad que las llevan a adoptar comportamientos extraños, a veces en un nivel que hace su convivencia en sociedad muy difícil. Y la mayoría ni sospechosa de ello.
De hecho, algunos expertos ven la psicopatía como un trastorno de personalidad, sin embargo, esa clasificación no es plenamente aceptada, ya que hay sutilezas que difieren en el psicópata de los demás casos documentados.
Psicopatía y trastorno de personalidad
Algunos estudios describen la psicopatía como un trastorno de personalidad elevado a su nivel máximo.
Los trastornos de personalidad (TP) son patrones de comportamiento que no encajan en lo que la sociedad considera como una conducta “normal”.
Claro que algunas personas desarrollan manías sin que eso las coloque en la condición de trastornadas.
Sin embargo, cuando el disturbio trae sufrimiento (en general a los familiares; ya que la persona afectada no nota que actúa de manera anormal). La cuestión deja de ser considerada “escasez” para convertirse en un problema clínico.
La lista de trastornos de personalidad es enorme: existen los obsesivo-compulsivos (TOC), que manifiestan un perfeccionismo exagerado; los evitativos, que son reservados y tímidos al extremo; los dependientes, que sufren de carencia profunda; los esquizoides, que son emocionalmente distantes; los borderline, que tienen tendencias suicidas; los histriónicos, que carecen de atención; entre otros.
Psicopatía y el TPA
El trastorno que más se aproxima a la psicopatía es el trastorno de personalidad antisocial (TPA).
Los manuales médicos que describen enfermedades mentales no utilizan la palabra psicopatía, sólo TPA, sugiriendo que son sinónimos. Sin embargo, hay algunas diferencias que impiden a los médicos señalar, con certeza, esa correlación.
En general, el típico TPA es descrito como un mentiroso contumaz, un manipulador que siente dificultad en seguir normas y tiene propensión a engañar a los demás.
Es irritable y normalmente molesto, irresponsable y no le importa con la propia seguridad ni con la de los demás. Sobre todo, es incapaz de sentir remordimiento: roba, lastima y la mente sin la menor vergüenza.
Con base en ese diagnóstico, políticos corruptos y empresarios inescrupulosos también pueden encajar en el perfil. Algunos investigadores hasta utilizan la expresión “psicópatas de cuello blanco” para referirse a ese tipo de persona, indicando un escalonamiento de la psicopatía (puede ser leve, moderado o grave).
Diferencias entre estos trastornos
Por lo tanto, la psicopatía y el TPA se confunden. Ambos tienen en común la falta de empatía, es decir, no consiguen colocarse en el lugar del otro; por eso pueden engañar o incluso matar sin sentir peso en la conciencia.
Sin embargo, el psicópata tiene la capacidad intrínseca de planificar acciones complejas sin despertar sospechas. Puede perpetrar conductas criminales durante años sin que nadie alrededor perciba nada mal, lo que no corresponde al perfil del TPA, descrito también como impulsivo e incapaz de planear acciones a largo plazo.
Un caso clásico son los llamados “serial killers”, que pueden actuar durante décadas, ocultando su trastorno mental bajo el barniz de una conducta discreta y normal. “Nunca podría imaginar que él fuera un asesino” es una afirmación común de oír en casos así.
Tratamiento
No hay tratamiento para la psicopatía. Incluso, no se considera una enfermedad, diferente del trastorno de comportamiento antisocial, que tiene tratamiento, aunque difícil y bastante largo.
Diagnóstico
El diagnóstico, tanto de psicopatía y de trastorno de personalidad antisocial, es igualmente complejo; ambos tienen en cuenta el historial de la persona y la manera como él interpreta estímulos y se relaciona con los demás.
También se aplican cuestionarios estandarizados para trazar el perfil del paciente y, si es el caso, el tratamiento puede ser hecho con medicamentos y acompañamiento psicológico.
El diagnóstico, tanto de psicopatía y de trastorno de personalidad antisocial, es igualmente complejo: ambos tienen en cuenta el historial de la persona y la manera como él interpreta estímulos y se relaciona con los demás.
También se aplican cuestionarios estandarizados para trazar el perfil del paciente; y si es el caso, el tratamiento puede ser hecho con medicamentos y acompañamiento psicológico.
El trastorno de personalidad y psicopatía pueden generar confusiones, sin embargo, al observar atentamente cada caso y cada comportamiento, es posible definir la condición del individuo.
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