Angustia y suicidio: una historia
Estaba en el cuartel cuando un oficial se me acercó y me pidió ayuda para un oficial de policía que había entregado el arma o que no se suicidaría.
Mi respuesta fue inmediata: estoy disponible en cualquier momento.
El oficial lo trajo, y así comenzamos nuestro viaje.
Ya estaba siendo acompañado por psiquiatría y fue clasificado como apto “C”, y asistido por el psicólogo de la corporación con las drogas legales apropiadas recomendadas en la medida, y en paralelo también usó otras drogas ilícitas.
¡Su historia personal impregnada de fragmentación, culpa, persecución de ansiedad y angustia abrumadora!
Es imposible para la persona hacer frente a esta angustia si no ha sido acompañado.
En este caso, hubo muchos ojos atentos a cada paso, desde el comienzo de esta trayectoria, el brote, la hospitalización, el alta, el regreso del alta y el proceso psicoanalítico.
Hoy me pregunto si cuando entregó el arma, ¿se estaba rindiendo finalmente desarmado, vulnerable, debilitado? ¿O fue en este acto de coraje, de desarme, donde se abrió una brecha para armarse en nuevas construcciones subjetivas y comenzar el proceso de amarse a uno mismo? ¿Y no es eso de lo que se trata el proceso psicoanalítico?.
¿Qué se hace en la clínica? ¿Qué es posible hacer?
“Depende del analista evaluar cómo y hasta dónde puede llevar un análisis para que no constituya una tragedia sin arte”. Denise Maurano
En la sociedad del espectáculo, de lo perfecto, de todo lo que se puede hacer, de que nada puede faltar, en un intento de realizar modelos ideales, de aflojar los lazos de las posibilidades afectivas sustitutivas, el sujeto puede volverse descontento, “desacreditar” a sí mismo. , como diría Jorge Forbes, frente a esta realidad para darse cuenta de que “nada” falta. ¿Y el sufrimiento que trae? ¿Que nunca?
La falta
No es raro escuchar de un padre: “Quiero darle a mi hijo todo lo que no tenía”.
Y es de esta falta de falta que nace la angustia, como dice Lacan.
El otro día escuché: “Me sentí triste, angustiado, era un vacío”. Y allí estaba ella: la falta.
En la experiencia analítica y su dirección ética, entonces, es con Lacan que esta dimensión, que se incluye a sí misma, puede hacerse con ella.
El psicoanálisis hace posible pensar en esto que escapa a la prevención, como cita Maria Virginia Cremasco:
“Es necesario ser escuchado, hay algo que decir. ¿Cómo se puede decir esto? ¿Cortándote? ¿Toma drogas y productos peligrosos? El movimiento puede significarse en esta relación con el sufrimiento. Sobre el movimiento, la certeza llega al sujeto a través de la acción de destrucción de su angustia, “apropiándose”.
Reconocer la falta de conocimiento como esencial localiza nuestro desafío para el psicoanálisis, no eludir el tema del suicidio sin hacer predicciones en forma de saber sobre algo que está vacío, porque es a partir de este vacío que pueden constituirse nuevas creaciones, nuevas artes, una nueva forma de significar nuestra experiencia humana, ya que en este caso provoca nuevas entrelazamientos con la vida y comprende que la muerte es, esté o no incluida en la vida.